jueves, 27 de marzo de 2008

Aniversario

Hoy cumple 10 años la Viagra y los Cantores de Hispalis este año celebran su 30 aniversario. Los dos levantan pasiones, cada uno a su manera. A mi la primera aún no me ha hecho falta, pero de los segundos a veces me emborracho. Ahora llegan las ferias de Andalucía. Para mi, Sevilla es la primera, luego vienen el Puerto, Jerez, Puerto Real...
Los Cantores de Hispalis me han acompañado en cada feria, en cada primavera. Sus sevillanas son famosas, históricas, han marcado momentos inolvidables. Quien no recuerda aquellas de “a bailar, a bailar, a bailar, alegres sevillanas...” o la que decía “que no nos falte de ná, que no, que no...”
Le han cantado a los gatos, a la feria, al amor, al vino, a la semana santa... sevillanas inolvidables. Han grabado con el ingeniero de sonido de los Rolling Stones, han dado conciertos internacionales, tienen varios discos de oro y platino, han grabado sus sevillanas en Suiza, han abierto con sus coplas los teatros más puristas de España, hicieron vidioclips cuando nadie los hacía, fueron unos revolucionarios, unos avanzados a su tiempo, unos progresistas de la cultura andaluza. Mi generación ha crecido y ha tonteado sobre el albero al ritmo de Cantores de Hispalis. Ya está aquí la feria!.

martes, 25 de marzo de 2008

La Semana Santa que recordaré

Hay quien dice que en esta vida lo importante es lo que se recuerda. Ya ha pasado la Semana Santa y os puedo asegurar que de este 2008 yo recordaré el cielo de Sevilla, la noche que siempre pone fin a casi todo, el quejio del saetero, la orfebrería de luces, la ingenuidad de quien empieza a disfrutar de la Semana Santa, las levantas con arte, el agua de los sedientos, el pan de los hambrientos, los pies cansados, la ilusión encendida, el recogimiento, la belleza de mi hermandad, el simbolismo, mi anhelo costalero. Recordaré a los marineros, los palios de oro, el olor de las flores, recordaré que amanecí con Triana, y recordaré que tras pasear a mi Cristo de la Vera Cruz la Semana Santa termina debajo del resucitado.

lunes, 17 de marzo de 2008

Domingo de Ramos

El olor del azahar se cristalizó en un Domingo de Ramos que siempre recordaré por muchos motivos. Prefiero obviar los tristes y solo os hablaré de los alegres.

El agua caía sobre mí, tenía el sueño propio de quien despierta a las 8 de la mañana, pero pronto me situé, cogí el coche y llegué al punto de encuentro. Me siguieron a una distancia prudencial, el cuenta kilómetros marcaba 120, condujimos por algo más de una hora y aparcamos, tras algunas piruetas, en el centro. Un desayuno tardío en la Alameda antecedió a un largo paseo en el que había cinco estaciones penitenciales. Las Penas de San Vicente (no hubo suerte y no pudimos entrar), el Museo (la cola quiso que la suerte se siguiera retrasando), el Santo Entierro (la suerte empezaba a mejorar), el Silencio (de nuevo impresionante), y la guinda de la mañana cuando ya empezaba a apretar el calor, Jesús Despojado.

Tras dos horas de espera y un bocata frío llegó uno de mis momentos más ansiados en cada cuaresma de cada Semana Santa, maniobra difícil, sones claros de Virgen de los Reyes, solo se oye la voz del capataz, Jesús Despojado baila en la plaza de Molviedro. Son las 16:30 y la primera cerveza ayuda a la espera del palio blanco de la Paz. Arfe esquina con Castelar, bonitos recuerdos. Antes, Antonio Santiago se luce con el misterio. Ponemos rumbo a Trajano, allí vemos pasar, entre copa y copa en un bar de legionarios (no es una coña, es tan verídico como los chistes de Paco Gandía), a la Hiniesta. De allí, cuando el reloj ya marca las 19:30 buscamos la Amargura, el palio perfecto. El misterio pasa lento, con rotundidad, empaque, prestancia. El palio arría a nuestros pies. Recuerdo fotográfico. Bonito. Tras comer otros bocatas entre copa y copa y algunas despedidas caminamos hasta la plaza San Pedro, por allí está pasando la Cena, precioso exorno floral del paso de palio. Rápido bajamos por la Alfalfa, en la Cuesta Rosario vemos subir con una majestuosidad primitiva al señor de San Roque. Han caído algunas cervezas más, y las piernas comienzan a desfallecer. La calle Francos nos tenía preparado otro gran momento. Tras ver de nuevo a la Amargura nos pegamos a su faldón trasero y la acompañamos en su discurrir por la calle más estrecha de todo su recorrido. Las bambalinas no se movían, el respiro era contenido, la marcha suave, los borlones rozaban con los balcones, poco a poco, corrigiendo entre susurros, medida exacta, cada ventana es un beso al varal. Luego llega el amor, talla de Juan de Mesa, nada más que decir. Entre apuros llegamos a Santa Ángela de la Cruz. Suena una saeta al señor, llega la virgen, las monjitas le cantan en el silencio de la noche y como si allí no hubiese un sin fin de personas que contienen hasta el aliento para no ser irrespetuosos. La noche termina y un Domingo de Ramos se acaba a las 3 de la mañana. Arranca la semana y yo ya tengo muchas cosas que contar. Empezamos bien.