sábado, 12 de febrero de 2011

Sones cofrades

Me dispuse a escucharla como un niño que espera ansioso que llegue la hora de salir al recreo. Habían sido muchas horas, muchos días, mucho tiempo aprovechado en gestiones e ilusiones. Ahora el archivo se abría con un golpe de ratón como por arte magia.

Ojos cerrados, imagen de mi Cristo por cualquier calle de mi pueblo y la magia empezó a apoderarse de mis oídos.

La solemnidad era dueña del principio de la composición, identidad inevitable para un crucificado. Una melodía mecida al suave oleaje de las olas de nuestra bahía que como enfurecidas poco a poco iban rompiendo en la escollera de mis sentidos era la culpable de que en cuestión de segundos mi piel tuviera la textura de un melocotón.

Las notas se dibujaban en el aire y los agudos acompasados propiciaban la imaginación de un costero de ensueño. Los graves no quisieron perderse la fiesta de las emociones que se estaban desatando y poco a poco llegaron como queriendo dormir al propio Cristo en una demostración de sensibilidad autora. Un lujo de detalles que te envuelve como una banda sonora, al estilo de las mejores producciones cinematográficas.

El ritmo se acelera, los tambores desencadenan la furia de un instante detenido y un silencio se apodera del mundo por un pequeño instante que parece tan grande como el universo. Rufa la percusión y las trompetas más flamencas nos desvelan que aquí, en la baja Andalucía hay que tener arte hasta para demostrar nuestra fe.


El sonido de los metales se funden en el aire con una segunda voz de locura. Poco a poco la danza toma cuerpo, y la imaginación vuela entre costeros, izquierdos poderosos y mecidos. Te envuelves y te dejas llevar al devenir del mundo, con unos giros flamencos y cofrades, cofrades y flamencos a partes iguales. Porque no podríamos entendernos sin nuestra cultura y nuestra cultura no se entendería sin nosotros. Portadora del secreto de los tiempos, la música va fabricando su final adormitando la conciencia del mal del mundo y devolviendo la creencia en la fe de Cristo.

Largo y corto a la vez, delicado y fuerte, sin estridencias pero con rotundidad. Y lo que no debería llegar, como todo en la vida, llega. El desenlace del final, la privación del gozo, ese momento en el que el corazón te asegura que la arritmia cofrade estaba a punto de provocarse. Ese momento en el que los ojos vuelven a abrirse y las notas aún resuenan en los oídos.

Placeres indescriptibles en universos paralelos.

Y luego habrá quien me diga que esto es solo una marcha de Semana Santa. Para la familia de la Vera Cruz de Puerto Real esto es mucho más, es el reflejo de nuestra identidad, de nuestros sueños, de nuestros deseos. Banda sonora privilegiada de un maestro del siglo XXI que en 3 minutos 37 segundos me ha hecho cerrar los ojos y reafirmar mi fe y mis te quieros hacia el vecino más ilustre del barrio de la Jarcia, del barrio de las quinientas y de todo un pueblo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Reversa

Escondido entre la oscura noche, me siento a llorarle al cielo. Mis ojos fijos arden en rabia y desilusión, mientras miro ese espacio donde limitan las luces de la ciudad con la oscuridad serena del cielo desierto.

¿Qué hice tan mal?, me siento miserable al darme cuenta que no tengo quien escuche todas mis lamentaciones sin criticarme.

Si pudiéramos ver en reversa tan sólo unos segundos, sin juzgar, sin tener miedo ni rencores, si pudiéramos ver lo que es nuestra vida por unos segundos, con la cabeza fría…

¿Qué se nos viene a la mente?, ¿qué es lo primero que pensamos?. Sin duda son esos momentos súper pequeños que llegaron inesperadamente, sin ser planeados y que nos llenaron de felicidad, y nos hicieron sentir vivos...

En eso se basa la vida, en sentir las emociones, en disfrutar de las sílabas y las palabras de una conversación, en provocar la felicidad. Solo eso es lo que cuenta, solo eso, y por eso hoy mis ojos tienen rabia y desilusión.

viernes, 4 de febrero de 2011

Carnaval

A punto de cumplir 30 años. Con un trabajo que absorbe. Con dos hipotecas. Con poco dinero. Viendo cómo la crisis llena de lágrimas algunas mejillas conocidas. En la esperanza de que las noticias ofrezcan algo de luz ante los sucesos que tocan cerca y se sienten de lleno. Sintiendo el frío y volviendo tarde. Con tareas pendientes. Con luz de obra. Con un coche con cassette. Con un pregón por escribir... y a pesar de todo hoy, como cada año, llevo todo el día nervioso esperando que el telón se levante. Bendita locura que me conmueve el alma. Febrero llegó, los almanaques desnudan su primera capa de abrigo y la luna sonríe la bienvenida entre compases de nudillos.