lunes, 23 de mayo de 2011

Llegó el cambio

Ser de mi pueblo es pertenecer a un Puerto que siempre te espera al final de cada singladura. Es volver a disfrutar del oleaje en calma después de la tempestad. Es saber que el reloj del mundo anda equivocado y que el sudor obrero cuesta mucho más de lo que vale.

Los puertorealeños sabemos bailar con el levante. Sabemos reír las penas y olvidar las desgracias. Los que hemos tenido la suerte de nacer mirando al mar sabemos que por lejos que esté la orilla, siempre hay arena al otro lado. Sabemos que entre la sal y los pinos existe un enjambre de buenas personas. Mayores que siempre se han sentido orgullosos de ser de dónde eran aún pasando penurias. Abuelos que han fallecido transmitiendo el amor a la tierra que les vio crecer, hablando de las Canteras, de la Carraca, del Tren del Dique, del Balneario...

Las fachadas de mi pueblo lloran la perdida de cualquiera de sus hijos con lágrimas de cal en forma de desconchones que caen al suelo. El cielo se turba de gris cuando la soledad de las fabricas dejan en casa a los obreros del metal.

En mi pueblo amanece más temprano por que sus gentes siempre esperan la ilusión de un nuevo día que les devuelva el tiempo presente. Un presente que el mundo, el paro y la crisis les ha reprimido. En mi pueblo los puños cerrados no dan golpes, se levantan al cielo en busca de justicia laboral.

Puerto Real poco tiene, pero nada le falta. Engancha como una madre que te mece en su cuna, te atrapa con juegos infantiles y te enamora con la desesperanza de los guiños juveniles.

Es una pena que seamos tan pocos los que hemos crecido al abrigo del relente de las mareas. Es una pena que de mayor perdamos el orgullo por pertenecer a una tierra honrada de buenas personas. Es una pena que no transmitamos a nuestros nietos los valores que de pequeños aprendimos en las calles adoquinadas de cualquiera de nuestros barrios.

Ayer voté por última vez en el Puerto de mi Real vida. Era como cerrar una etapa, una romántica electoral que pocos entienden. Mi pueblo ha cambiado de Gobierno y espero que el nuevo rumbo sepa reactivar mi orgullo de pertenecer a un pueblo marinero y obrero a partes iguales, un pueblo de gente buena que merece ser bien tratado.

Ánimo y esperanza en un futuro que empezaré a ver desde la distancia, pero a la vez más cerca que nunca.

Pd. Por cierto, el cambio es andalucista, y me alegro. Ya sabéis lo que pienso. Entre mis primeras entradas de este blog ya os contaba algunas cosas de eso... 1 / 2