jueves, 18 de septiembre de 2008

Maestro Ruibal

Javier Ruibal será el pregonero del Carnaval de Cádiz.

Se lo merece por ser gaditano, por tener arte casi sin quererlo y por ser una voz que rema a contramarea, una pluma de aire fresco en un panorama musical machacado, por aguantar la poesía en tiempos de crisis, por despertar conciencias cuando otros las adormitan, por ser un trovador errante en tiempos de penuria y por asegurarnos que una voz y una guitarra pueden ganar el pulso a millones de músicos enlatados y arreglos banales.

Javier Ruibal es lo mejor que le ha pasado a la poesía cantada de este país desde hace muchos años. Ojalá la gente siga sin enterarse de que existe para poderle degustar unos pocos con la liturgia con la que se saborea el mejor vino.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

A fuego lento

Que maravilloso es imaginar cuando todo te lo va enseñando la vida. Cuando todo se va cociendo A fuego lento desde que eres pequeño, cuando la primera vez que ves cantar, bailar o tocar no entiendes lo que se ha movido dentro de ti.

Todo perdura, el flamenco nunca muere en nuestros corazones. Algo complicado para exponerlo en escena pero sencillo si lo que abres es el alma y no escondes nada detrás.

Andrés Peña y Pilar Ogalla me transportaron a un universo de plasticidad. David Palomar me transmitió las sensaciones de una voz única, y David Lago representó la maestría echa lamento. Las luces eran cálidas, las sombras se movían como empujadas por el viento. Hasta el ruido iba a compás.

La Bienal de Flamenco de Sevilla está en pleno apogeo, os recomiendo ir a cualquier espectáculo, todos son de gran calidad, y ninguno os dejará indiferentes. Yo ayer disfruté del cante y el baile por tangos, malageñas, alegrías, farruca, martinete, taranto, bulería y soleá por bulería. Que disfruteis...

domingo, 14 de septiembre de 2008

Lee hasta que te duelan los ojos

Enterrado en la luz de cobre que proyectaba el flexo, me sumergí en un mundo de imágenes y sensaciones como jamás las había conocido. Personajes que se me antojaron tan reales como el aire que respiraba me arrastraron en un túnel de aventura y misterio del que no quería escapar. Página a página, me dejé envolver por el sortilegio de la historia y su mundo hasta que el aliento del amanecer acarició mi ventana y mis ojos cansados se deslizaron por la última página. Me tendí en la penumbra azulada del alba con el libro sobre el pecho y escuché el rumor de la ciudad dormida goteando sobre los tejados salpicados de púrpura. El sueño y la fatiga llamaban a mi puerta, pero me resistí a rendirme. No quería perder el hechizo de la historia ni todavía decir adiós a sus personajes.