miércoles, 22 de febrero de 2012

40 días de espera

Es la semana mas maravillosa del año. El carnaval y la cuaresma se dan la mano. Uno comienza a despedirse y la otra arremanga las mangas de sus vísperas para comenzar a llenar de espera morada la morada de nuestros anhelos.

40 días de espera, de luz de velas, de detalles, de flores y relojes. Una nueva cuaresma para que nuestros oidos se adapten del compas del tres por cuatro al de un redoble coincidente en el pié izquierdo de los centinelas de galeras místicas que cruzan los ríos de calles de nuestras ciudades.

Es tiempo de ilusionar de nuevo nuestros corazones en la esperanza de volver a ver lo conocido y sin embargo disfrutarlo como si nunca hubiese pasado. Días en los que anhelamos ver de nuevo a Dios en la misma esquina, poder tocar de nuevo su plata y llorar de la mano de quien nos quiere viendo la noche oscura cerrándose sobre el misterio aquel que nos toca en los adentros.

El señor nos regaló 40 días para no caer en la dislexia de pensamientos encontrados. La carne y la cuaresma, la alegría y el recogimiento, la risa y el llanto, la carrera y la pausa, el alboroto y la reflexión...

Qué me gusta esta semana, dintel de mis dos pasiones. Alféizar de la ventana de sueños que evidencian una nueva realidad.

Dejo de ser devoto de los compases copleros para tomar mis hábitos de pagano endeudado con la fe. Dejo a un lado todo yo y me envuelvo en un nuevo rostro, siendo el mismo, que completa mi identidad.

Sueño entre coplas y amanezco entre cenizas. Qué bendito més, qué bendita época y qué alegría de vivir para poder ver, disfrutar y contemplar las dos pasiones más irrefrenables que existen en mi vida, mi Carnaval y mi Semana Santa.

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