Una nueva propuesta, un nuevo
encargo, una nueva responsabilidad. Grande, muy grande, regalos que la vida y
mis paisanos me realizan por el simple mérito de tener el carné de manipulador
de las palabras.
Darle nombre a los sentimientos de mis vecinos, expresar lo que cada uno siente al mirarla. Una difícil tarea en la que de nuevo suspenderé como novel aspirante de su belleza, pero que siempre, gracias a la generosidad de los que me escuchan, logrará mi felicidad completa.
De nuevo me reservan un
aniversario, como si ya de por sí fuese sencillo hacerlo en cualquier momento.
Sé que no soy merecedor de tan altos cometidos, pero entiendo que no puedo
dejar de intentarlo, como vengo haciendo desde que tomé la palabra en el
primero de mis atriles.
La voz puede quebrarse, las
palabras pueden agotarse y hasta los conceptos repetirse, pero el sentimiento
es una cascada de sensaciones que jamás puede contenerme la ilusión de hablarle
de nuevo.
Tendré
poco tiempo para escribirlo, viene en un momento difícil, pero ¿quien puede
negar un regalo de esta magnitud?. Espero volver a recibir felicitaciones, no
por mí, sino por todo mi pueblo y la grandeza de nuestra patrona. Nuevamente
tengo que daros las gracias, pregonaré a nuestra Virgen de Lourdes en su
aniversario. Daros por invitados.