domingo, 7 de agosto de 2011

Equivocaciones gratificantes

Valió la pena saltarse la siesta, gastar gasoil, pasar calor por la carretera y hasta equivocarse. Valió la pena llegar a Extremadura, volver, llamar, dar con la ruta y llegar tarde. Todo valió la pena por verla y poder cogerla entre mis brazos unos minutos.


Bonita como pocas, tranquila y ojeadora. Pude darle un beso a su madre, felicitar a su padre y descubrir que en aquella casa nada podrá faltarle porque de lo que en este mundo vale la pena allí sobra.


Es preciosa y como se parezca un poquito a la madre será tremendamente inteligente y cariñosa. Luego, con el recuerdo de su olor, de su mirada, de su piel y de su carita volvimos a la carretera.


El mundo es insignificante ante una mirada tan vital y tan honesta como aquella. Lo que de verdad importa es algo que no entiende ni de equivocaciones, ni de carreteras con curvas, ni de pendientes, ni rutas. Lo que verdaderamente importa en esta vida se resume en algo tan pequeño y tan grande a la vez.


Cecilia ha tenido la suerte de venir al mundo en una familia envidiable y a mi me encantaría que ella supiera que me tendrá para lo que necesite, aunque jamás le falte de nada. Me auto-denomino "su tito" aunque esa suerte no me ha tocado por cuestiones sanguíneas.


De cuando en cuando me gustaría equivocarme si al final de las curvas encuentro su sonrisa.



Bienvenida al mundo sobri.

1 comentario:

Paloma Jara dijo...

Madre mía¡¡¡ Qué emoción¡¡¡ No sabes lo mucho que nos gustó que vinierais a vernos "desde Badajoz", jajaja. Cuando Cecilia crezca y entienda, yo le hablaré de unos titos suyos, a caballo entre La Palma y Puerto Real, que la quieren mucho y que son buena gente de verdad. Muchas gracias. Un beso.