Tuve la suerte al tiempo de saber qué cuerpo era el portador de aquella voz que por arte de magia me ilusionaba desde niño. Lo vi presentando en el Gran Teatro Falla y luego lo vi en varios almuerzos de
Aquella voz pertenecía a un gran hombre, aunque pequeño de cuerpo. Uno de los maestros radiofónicos de Cádiz, el gran Pepe Benítez. Hace algunos días que Pepe ya no está entre nosotros. Sus últimos tiempos los ha tenido que padecer luchando contra una enfermedad, que a pesar de su trasplante no le ha dado mucho margen. Todos lo que lo trataron destacan su amabilidad y su afecto. Yo no tuve lo suerte de conocerlo en la distancia corta, pero sí en
Voces como la suya forman parte de mí porque fueron las que me empujaron a ser lo que soy. Nunca olvidaré aquella frase que me escribió cuando yo impaciente y nervioso le pedí un autógrafo: “la radio es una fábrica maravillosa de fantasías. Suerte”. Cuánta razón tenía y tiene, aunque en estos tiempos el romanticismo de nuestra profesión pierde pesos por momentos. ¡Descansa en paz maestro!.