lunes, 20 de septiembre de 2010

Labordeta

Lo conocí en Madrid, en su despacho del Congreso de los Diputados. Fue la primera y la última vez que lo vi, pero no será ni la primera ni la última vez que lo recuerde. En su mirada tenía algo diferente al resto de personas que se encontraban en las Cortes. Él era de los nuestros, no era político de carrera sino de convicción, la convicción de crear un mundo más justo, más igualitario, más cómodo.

Estaba cansado, y su ropaje no era el común entre las personas que deambulaban por aquellos pasillos. Su cartera no era de piel, era de plástico, sus papeles no iban cosidos sino que los llevaba bajo el brazo semiarrugados y lo más cercano a su cuello era la libertad que significaba su camisa desabrochada, lejos del yugo de una corbata que muchos creen elegante.

Nos atendió amablemente porque nos consideraba iguales, de Andalucía, él de Aragón, pero luchando por los mismos ideales, que hoy sigo reconociendo en su memoria y me cuesta hacerlo entre nuestros presentes.

Nos habló de la fortaleza de su suegra, de su gran madurez pero escasa vejez. “Algún día nos entierra a todos”, dijo. No sé si le habrá dado tiempo a hacerlo. Labordeta ha sido un hombre polifacético. Profesor, escritor, cantautor, presentador, político... mil razones para recordarlo, pero yo seguiré haciéndolo gracias a aquella mirada desaliñada de alguien que creía en lo que hacía y gracias a aquel apretón de manos que me transmitió la sinceridad de la vida. Descanse en paz.

3 comentarios:

Paloma Jara dijo...

Qué bonito, amigo. Tanto lo que has escrito como el recuerdo que tienes.

Ésta (que lo es) dijo...

Como zaragozana y labordetista me ha encantado esta entrada. Encontré tu blog por casualidad, como casi siempre se encuentran las cosas y me gusta mucho tu naturalidad.
Un saludo maño.
Elena.

Jose Juan Ramos dijo...

Gracias Elena. Me alegra que te guste. El blog no nació con ninguna intención más que el desahogo personal. Bienvenida. Espero que sigas pasándote por él de vez en cuando.