El placer de escuchar carnaval de madrugada. Saber que cada
nota desgarra el aire tranquilo de la noche. Saborearlo como el sorbo de
cualquier botella polvorienta. Descubrir matices que jamás percibí. Revalorar
mi pasión. Recordar aquellos tiempos de cintas, de grabaciones, de ensayos, de
radio y de abuelos que guiaban sin saberlo mis pasos hacia un deseo siempre esperado.
Indescriptible pero tan cierto como mi vida. No sabría vivir sin escuchar carnaval,
y mucho menos en días como hoy en los que la tristeza y el desanimo se apoderan
de mis horas.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
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