miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tratamiento

El placer de escuchar carnaval de madrugada. Saber que cada nota desgarra el aire tranquilo de la noche. Saborearlo como el sorbo de cualquier botella polvorienta. Descubrir matices que jamás percibí. Revalorar mi pasión. Recordar aquellos tiempos de cintas, de grabaciones, de ensayos, de radio y de abuelos que guiaban sin saberlo mis pasos hacia un deseo siempre esperado. Indescriptible pero tan cierto como mi vida. No sabría vivir sin escuchar carnaval, y mucho menos en días como hoy en los que la tristeza y el desanimo se apoderan de mis horas.
 

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