jueves, 8 de octubre de 2009

Sin palabras

Estar callado es diferente. Llevo 5 días experimentando esta sensación nueva y emocionalmente dura. Soy periodista y necesito comunicar. Ver el mundo sin poder participar en él me ha hecho reflexionar hasta qué punto son necesarias las palabras.

A veces he intentado romper el silenio con una palabra, una simple palabra, pero todo quedaba en un deseo volatil. Mi conciencia ha trabajado esta semana más rápida que de costumbre y mis pensamientos fluían a una velocidad que casi ni yo podía soportar.

Desde pequeño tuve claro que quería ser periodista, y que quería ganarme la vida haciendo lo que hacían esos hombres que me hablaban al otro lado de la vieja radio que solía escuchar. Sus voces eran el nexo que condicionaba mi futuro. Hoy, pasados los años me encuentro mal, sin rumbo fijo, haciéndome preguntas que nunca imaginé que me llegaría a hacer: ¿se me curará la voz?, ¿por qué la tengo siempre ronca?, ¿me tendré que operar?, ¿me cambiará el timbre?...

Dicen que lo verdaderamente especial de las personas es su mirada y aquello que demuestran de forma inconsciente. Pero os puedo asegurar que las palabras son más importantes. A través de ellas podemos construir un nuevo universo, no hay nada que se les resista y yo espero dentro de poco poder pronunciarlas muy fuertes, sin temor a que mi voz falle...

He disfrutado la suerte de poder hablar con normalidad durante muchos años, cosa que hasta ahora nunca había valorado como se merece, y si Dios quiere aún me quedan muchos años más.

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