martes, 11 de diciembre de 2007

Minha vida

Hice las maletas apresurado, como casi todo lo que llevo haciendo desde hace algo más de un mes. Puse en el navegador ALVOR y me concentré en superar algo más de 200 kilómetros, una insignificante distancia que se hace superior al escuchar otra lengua, otras costumbres, otra gastronomía, una hora diferente…

El Algarve portugués. Tan cerca de nosotros y a veces tan desconocido, me enseñó tantas cosas que es difícil contarlas una a una. Visité Lagos y me perdí por sus estrechas callejuelas, almorcé en el puerto pesquero de Sagres, ví el fin del mundo en el Cabo de San Vicente, el viento y el agua me agitaron en Beliche, me perdí en el verde Aljezur, tomé té en Monchique, escuché Fado en Portimao y visité el castillo rojo de Silves.

Cuando todo terminó reviví cada momento, volví a paladear aquel sabroso té, volví a escuchar aquel precioso fado y noté de nuevo el sabor de aquella Cataplana.

Eu sei que vou te chorar
a cada ausëncia tua eu vou chorar
mas cada volta tua há de apagar
o que esta ausëncia tua me causou

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