
El Algarve portugués. Tan cerca de nosotros y a veces tan desconocido, me enseñó tantas cosas que es difícil contarlas una a una. Visité Lagos y me perdí por sus estrechas callejuelas, almorcé en el puerto pesquero de Sagres, ví el fin del mundo en el Cabo de San Vicente, el viento y el agua me agitaron en Beliche, me perdí en el verde Aljezur, tomé té en Monchique, escuché Fado en Portimao y visité el castillo rojo de Silves.
Cuando todo terminó reviví cada momento, volví a paladear aquel sabroso té, volví a escuchar aquel precioso fado y noté de nuevo el sabor de aquella Cataplana.
Eu sei que vou te chorar
a cada ausëncia tua eu vou chorar
mas cada volta tua há de apagar
o que esta ausëncia tua me causou
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