
Le llaman el
mago y aún dicen que si vas al Carranza (el mejor estadio del mundo) su recuerdo perdura en el ambiente. Fue algo maravilloso conocerlo cuando aún el fútbol empezaba a emanar como mi deporte favorito. Le tengo que agradecer tantas cosas a mi padrino que sería imposible describirlo aquí, pero sin dudas una de ellas fue conocer en vivo como este
mago del balón campaba a sus anchas en el terreno de juego de mi Cádiz.
Si tenéis oportunidad de disfrutar con sus
videos no lo dudéis. Era magia de verdad.
Mágico era un trasnochador que pudo fichar por el Barcelona y por otros clubes de interés internacional, pero prefirió seguir en Cádiz, la única ciudad, la única afición que le sabría comprender su
amor a la vida.
Mágico era distinto, podía llegar de juerga, quedarse dormido, negarse a viajar con el equipo, salir al campo vestido con la elástica y las calzonas amarrillas y olvidándose de cambiarse los zapatos negros… pero siempre tenía
algo especial. Conducía la pelota como nadie la ha conducido hasta el momento (que Messi y Maradona me perdonen), chutaba con guasa, como no queriendo marcar el
gol que él ya había dibujado, daba el pase sin mirar (luego Laudrup lo copió) y mucho antes que Ronaldinho y que Ronaldo hizo el exterior-interior en un corner para zafarse de un lateral.
Aplaudido por porteros y defensas, siempre será recordado en Cádiz, y siempre será un
artista.
Cuentan que David Vidal lo buscaba en las discotecas gaditanas, y Mágico, cuando lo veía, se escondía en la cabina del disc-jockey, donde a veces incluso llegaba a quedarse dormido. Mucha gente lo comparaba con Maradona y David Vidal incluso decía que era mejor porque Diego solo jugaba con la izquierda y Mágico dominaba el fútbol con ambas piernas.
“Nunca he visto un jugador con la calidad técnica que tenia Jorge, tanto con la cabeza como con el pie. Un día comenzó a hacer controles con un paquete duro de tabaco. Pudo hacer 20 o 30. Nos quedamos mirándole y era impresionante. Una naranja es redonda, pero un paquete de tabaco es rectangular. La sensibilidad que dios nos ha dado a los humanos en las manos, a Jorge se la dio en los pies. Ponía el balón donde quería. Le pegaba de tal manera que jamás se le elevaba”. (David Vidal)